Reflexiones de la Palomilla

Alas al aire.


Volar.

Como una simbólica forma de desprenderse de lo que no se requiere.

Abrir las ventanas de par en par y aunque Ostara ha pasado, el viento del norte vuelve a traernos frío.

El asueto me trae oportunidad de leer y María Dueñas me dejó dos días tras los hilvanes y puntadas, telas y patrones como rastro de una guerra igual de devastadora y patriarcal que las demás.

En medio de las letras, este duelo no avanza, porque está atorado en el lado izquierdo de todas las ausencias que se me van acumulando con los años.

Fuente de imagen: Palomilla Apocatastásica.
Diseño: Paola Dryagan.

Respiro y uso el vestido rojo oscuro, aprovecharé para despejarme en una fiesta familiar. Me sorprende ver a “J” luego de casi tres décadas. No cambia. Nos hemos vuelto adultos como el resto.

Cambiamos brevemente contactos y me dice: Entonces todo era feliz.

Esa melancolía que tan recurrente escucho de quienes migraron y su descendencia. Cada generación atesora un poco de eso que no conocerán.

Me sacudo esa sensación que no se ajusta a nada. Que es como un pinchazo esporádico, el hueco pulsante, la duda sobre si la decisión es la correcta.

Los tiempos son confusos, marzo aún no termina pero ha sido una especie de montaña rusa sobre la que voy, como espectadora de escenas cuyo único hilo conductor son los aleteos intensos en medio de mi pecho.

Platícame que piensas de lo que escribo.