Apocatástasis

Categóricamente


A lo largo de un lustro, he aprendido que temas para mí cotidianos, son poco menos que censurables con algunas personas.

Es inevitable ver cómo lo físico, contrasta con lo expresado.

En especial, al verle, noto cómo su expresión se ensombrece al intentar justificar que no estuviera lista cuando llegamos a la hora acordada.

En realidad, no era necesario que nos explicara nada, es perfectamente comprensible que la carga de sus obligaciones en casa la agobian.

La veo desplomarse en la silla, al saber que por lo menos ese tiempo que estamos juntas, le sirve para despejarse y compartir algo mas que rutina domiciliaria.

Pero ella ha sido domesticada de esa forma dura y cruel de las familias tradicionales y pudientes, cuyos propósitos eran casar debidamente a sus hijas, aún cuando hubieran sido enviadas al extranjero a estudiar.

Con sus mas de ocho décadas, debe atender la complicada situación de cuidado que requiere su marido, debido a su enfermedad y lo que surja con sus hijos adultos que a sus mas de 50 siguen viviendo en casa.

Los trabajos que ha tenido en la enseñanza musical y en la traducción de óperas, no le han dado ingresos, porque su educación y su contexto familiar, únicamente le validan lo que una mujer de su nivel, realice de forma altruista. ¡Vaya lío!

Como si esto no fuera suficiente, a pesar de su evidente desgaste físico y emocional, que se deja claramente ver entre la charla, no se permite pedir ayuda y mucho menos quejarse, porque , como lo expresa categóricamente: “en su familia, ni la enfermedad, ni la muerte existen”.

A tal grado, que a pesar de ser de una familia grande, fue hasta su adultez cuando acudió al primer funeral.

Aprendo, que hay vidas increíbles, encerradas en las celdas del gran panóptico social.

Fuente de imagen: UNESCO

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